¡Qué calor!
Hace unos meses, unos 28 meses en concreto, nos sentíamos identificados incluso con nuestra mascota, vivimos de primera mano lo que es estar todo el día entre las mismas paredes, sin poder salir a correr y brincar por prados, a eso le llamamos empatía.
De repente nos encontramos en verano del ’22 y para combatir el calor extremo, volvemos a llenar las terrazas, las piscinas y los aeropuertos. La vida sigue y tenemos ganas de jarana, pero seamos conscientes. Las altas temperaturas y los desastres que provocan los fenómenos meteorológicos extremos tienen unos altos costes, no solo en pérdidas y daños, sino en las crecientes desigualdades. Las personas de las comunidades más pobres y los países de renta baja son los más perjudicados, pero, sin embargo, carecen de los sistemas y los fondos de los que disponen los países más ricos para hacer frente a este tipo de crisis.
Recordemos que el 1 % de las personas más ricas de la Tierra genera el doble de emisiones que la mitad más pobre de la humanidad.
Pidámosles más a nuestros gobiernos. entra aquí y lee el informe completo pendiente de pago de Oxfam Intermón. El informe, apunta a que la mayor frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, derivada del cambio climático, está incrementando la presión sobre un sistema humanitario ya de por sí desbordado y falto de fondos.
Que esa sensación de empatizar que vivimos durante la pandemia no decaiga, estar informado también es poner tu granito de arena.
Únete a Spark y plántale cara a la crisis climática.
Gemma L.
Javirroyo – @javirroyo
Viñeta de portada de La Mandanga – @la_mandanga
